jueves, 5 de julio de 2012

Verdades con momentos


``Desecha tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora hemos de gozar´´

Una fría noche se asentó en la ciudad, se acabaron eso de nubes de caramelo, cielos abiertos, sol… cuando el invierno llegó sin avisar y se estableció helando con su presencia.
Sabía que ya era mayor para eso de cuentos de hadas, pero cuanto más los lees más ganas te entran de protagonizarlos, sí, de ser una de esas princesas de largos cabellos que, sin hacer nada, tenían todo.

Con 16 años, estando en la flor de la vida, la única preocupación de Sara se concentraba en Marta, su querida hermana mayor que, por desgracia, llevaba puesta la cuenta atrás en el reloj de su vida cuando un borracho se saltó un paso de peatones. Desde entonces, la vida de la familia Martínez dio un vuelco inesperado en el que la amargura y la impotencia se unieron como dos miembros más de la familia.

Siendo sinceros, Sara jamás tuvo miedo alguno a la vida, a los secretos que se escondían en los carteles de los mendigos, o en los que en su propia familia pudo haber. Ella era feliz saliendo los sábados al mediodía, agotando la energía que su cuerpo le proporcionaba, disfrutando de las sonrisas que encontraba en el ambiente y, quizás, devolviéndolas.


``Mirar la vida desde otro punto de vista´´ Sí ,esa fue la idea que le rondó la cabeza noches enteras cuando lo único bueno que le podía ocurrir era no ver las lágrimas de su madre en la comida cuando notaba la ausencia de un plato más, el correspondiente a su hija de pelo rizado, negro y siempre recogido. Ojala la noche en la que la vida de Marta decidió permanecer hasta la muerte en una habitación de un hospital, no hubiese existido, saltar ese negro once de octubre, la mancha en el pasado.

El tiempo pasaba, sábado. Como mucho Sara tendría que volver a las once y, sin duda, acompañada.Su cabeza a veces era muy egoísta ya que ``por culpa´´ de lo que le sucedió a su hermana ella no podía ser una adolescente normal y corriente, sino más bien una prisionera de un mal ajeno. Cierto es que confiaba en la versión de su madre, la que decía que ella fue a estudiar y volvió tarde, pero, conociendo a Marta seguro que tomó algo con las amigas y aquella mentira fue lo último que sus padres escucharon de su boca, triste, pero la realidad a veces lo es.


Sara, a pesar de todo, seguía contando con unas estupendas amigas que la apoyaban, que recibían llamadas por la madrugada de un día cualquiera ante la voz de preocupación de la joven con una sonrisa, la que la amistad muestra ante los problemas. Ellas no ponían excusas a la hora de acompañarla, ya estuvieran en la otra punta de la ciudad. La protagonista siempre estuvo agradecida a la vida por lo que le daba sin reprochar lo que le quitaba.

En su casa todos estaban repuestos del susto que durmió con ellos durante meses, asimilando que hay cosas y situaciones que no nos gusta vivir pero hay que acostumbrarse a vivir con dolor.

El trágico día llegó, marcando cada uno de los corazones que Marta había conocido, quizás fue eso del dolor de una pérdida, pero en su familia se sintió algo más. Fueron seis meses en los que la madre plantó seis rosas rojas en señal de la sangre que en el corazón de su hija mayor latía, seis meses en los que la alegría se limitó a acercarse tímidamente por la puerta. Medio año, demasiado tiempo oculta a las oportunidades que en la vida podemos gozar.

A cada día que pasaba desde que Sara se convirtió en hija única se le sumaban secretos que no confiaba a su madre por miedo a añadirle preocupaciones, trescientas sonrisas a la vida y millones de esperanzas y retos por los que despertar. Seguía con esa tonta idea de querer vivir un cuento en el que los tacones de cristal no doliesen, en el que poder volver a casa a las doce con el príncipe de su vida dispuesto a salir a buscarla, con manzanas, sueños eternos y todo lo que se imaginase, sí, ya era hora de vivir la vida que tristemente su hermana no pudo. Lo haría por ella misma y por ese once de octubre que ya, formaba parte del pasado.
Prepárate presente, viviré un buen futuro.
trt

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